La mediocridad de muchos jefes radica en su incapacidad para entender que el respeto y la admiración no se compran con títulos ni se imponen con autoridad.
Se creen inteligentes y poderosos porque ostentan un cargo, pero en realidad son prisioneros de su inseguridad y ego. Desconocen la verdadera esencia del liderazgo: inspirar, guiar y construir confianza.
Confunden miedo con respeto y obediencia con admiración. Reprimen ideas, apagan talentos y convierten los equipos en jaulas donde la creatividad muere y la motivación se desmorona. Su arrogancia los ciega, incapaces de reconocer que el verdadero poder no está en mandar, sino en generar un entorno donde otros puedan brillar.
La mediocridad de su gestión queda expuesta en la falta de compromiso de sus equipos, en la ausencia de innovación y en el vacío que dejan cuando ya no están. Porque nadie los recordará como líderes ; se les ve como figuras irrelevantes que solo ocuparon un puesto, sin dejar un legado digno .
Hazte merecedor de mis respetos y te seguiré al fin del mundo.Tal como decía Marco Aurelio, "La verdadera medida del poder es la capacidad de liderar con el ejemplo, no con el mando."
Si sientes vergüenza al leer esto, pregúntate si es porque en el fondo sabes que estas palabras te describen. La grandeza no se exige, se demuestra. Y si no puedes ganarte el respeto de los tuyos, nunca te seguirán más allá de donde les obligue tu autoridad y preocúpate de no mostrar debilidad porque te darás cuenta que nadie estará a tu lado.
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