domingo, 13 de julio de 2025

Zona Azul en Tarragona: Cuando un error de letra cuesta 60 euros



Estás en el centro de Tarragona, llegas justo a tiempo para una cita, aparcas en zona azul, pagas el ticket desde la app o el parquímetro, y te marchas tranquilo. Pero al volver, ves una multa de 60 euros en el parabrisas. Revisas todo: has pagado, has cumplido el horario… hasta que descubres el “fallo”: en lugar de poner T-1234-BC, escribiste B-1234-BC.

El pago fue registrado, pero asociado a una matrícula inexistente. La máquina cobró igual. Sin embargo, para la empresa encargada del servicio, Aparcaments Municipals de Tarragona (AMT), no hay matices: si la matrícula no coincide al 100%, es como si no hubieras pagado nada.

Recurso o chantaje

Este caso, como tantos otros, llegó a mi buzón. El afectado quiso presentar alegaciones, aportando el comprobante de pago, la hora exacta, y demostrando que no había ningún otro coche con una matrícula similar en esa franja horaria. El sistema claramente podía deducir que fue un error tipográfico. Pero la respuesta de AMT fue automática: recurso denegado.

Le ofrecían, eso sí, el “descuento por pronto pago”: si abonaba antes de 15 días, se reducía la multa a 30 euros. Pero si decidía seguir adelante con la apelación, podía perder y acabar pagando los 60 euros íntegros.

Lo que en teoría es un proceso de reclamación, en la práctica se convierte en un dilema: ¿pagas 30 euros por algo que ya pagaste correctamente, o te arriesgas a pagar el doble por defenderte?

Este sistema, habitual en muchas ciudades, no busca justicia: busca disuadir. Poca gente está dispuesta a pelear por 30 euros, aunque la sanción sea injusta.

Cifras opacas

Pedí a AMT y al Ayuntamiento de Tarragona datos concretos:

  • ¿Cuántas sanciones se han impuesto en los últimos 12 meses por errores tipográficos en la matrícula?

  • ¿Cuántos recursos por este motivo se han presentado y cuántos han sido estimados?

  • ¿Qué control hay sobre los errores del sistema o de los operarios?

No recibí respuesta oficial. Pero una fuente interna de la empresa me confirmó que este tipo de errores representan más del 20% de los recursos presentados por ciudadanos en zona azul, y que “casi nunca se estiman, salvo presión mediática o política”.

De hecho, solo cuando me puse en contacto en nombre del afectado, la empresa revisó el caso y canceló la multa alegando ‘motivos excepcionales’. Ninguna disculpa, ninguna revisión del sistema, ningún cambio en el protocolo.

¿Dónde está el sentido común?

Nadie discute que aparcar en zonas reguladas debe tener un coste. El problema llega cuando el sistema está diseñado no para gestionar el espacio, sino para maximizar ingresos a base de errores humanos menores.

En muchos países europeos, si el sistema detecta un pago con una matrícula similar (por ejemplo, un solo carácter distinto), se abre automáticamente una verificación manual. Incluso algunas ciudades españolas ya incluyen inteligencia artificial que permite corregir automáticamente errores de digitación si el resto de datos coinciden.

En Tarragona, en cambio, se castiga al ciudadano por no teclear perfectamente una matrícula, aunque haya pagado puntualmente. Y todo esto mientras el sistema de sanciones funciona de forma rápida, automatizada y sin piedad. ¿Y los recursos? Manuales, lentos y desmotivadores.

Una reforma urgente

Tarragona ha prometido en varias ocasiones revisar el sistema de movilidad y modernizar su red de aparcamientos. Pero mientras tanto, seguimos con un modelo que recauda sin criterio y multa sin humanidad.

Lo mínimo exigible sería:

  • Un sistema que detecte errores tipográficos evidentes y active revisión manual.

  • Transparencia en las cifras de sanciones, recursos y motivos más frecuentes.

  • Un canal de atención ciudadana efectivo que no obligue a recurrir a la prensa para obtener justicia.

Mientras tanto, recuerda: si pagas el ticket, revisa dos veces tu matrícula. Porque en Tarragona, una letra mal escrita cuesta 60 euros. Y reclamar... puede salirte más caro aún.


Invertir para ser libre (no para fardar)

Hay una cosa que mucha gente no entiende: yo no invierto en bolsa para hacerme rico. Lo hago para ser libre.

La diferencia es sutil, pero cambia toda la dirección de la vida.

Mientras muchos van como pollos sin cabeza buscando la acción de moda, el pelotazo fácil o el siguiente gurú al que seguir, yo sigo un sistema. El mío. Uno que me está llevando, paso a paso, hacia la tranquilidad. No hacia un Ferrari. No hacia un ático en Manhattan. Hacia la tranquilidad. La de verdad. Esa que no se ve en Instagram.

El éxito, tal como yo lo veo, no es brillar. Es no necesitar brillar. Es tener tiempo. Es no tener que rendir cuentas a nadie. Es que el dinero entre solo y tú estés en la playa, o tomando un café con tus hijos, o leyendo algo que te haga pensar. Y para llegar ahí, hace falta un plan. El mío está montado sobre dos pilares: salud y dinero que entra solo.

La salud la cuido cada día. Pero el dinero lo genero con un sistema que no depende de emociones, ni de modas, ni de titulares. Mi sistema analiza, espera y actúa. No corre. No persigue. No improvisa. Sabe lo que busca y lo ejecuta cuando aparece. Mientras la mayoría juega a la bolsa, yo juego con ventaja: tengo reglas, tengo datos y tengo claridad.

Mucha gente no lo quiere ver, pero este sistema en el que vivimos está diseñado para mantenerte confundido. Te meten miedo desde los telediarios, te roban el tiempo con redes sociales y te vacían la cabeza con un sistema educativo que no te enseña nada útil. Si no tienes un plan, acabarás dentro del plan de otro. Y te aseguro que no te gustará.

Por eso invierto como invierto. Por eso vivo como vivo. Muy por debajo de mis posibilidades, sin deudas, acumulando capital, energía y conocimiento. Mientras otros se gastan el sueldo en aparentar, yo lo invierto en mi libertad futura. Porque sé que cada euro que guardo, cada acción bien elegida, cada entrada basada en mi sistema, es un paso más hacia una vida sin jefes, sin despertador y sin prisas.

Ganar dinero está bien, claro. Pero el dinero no es el fin, es el medio. El fin es tener una vida propia. Y eso solo se consigue si dejas de jugar al juego de los demás. Mi sistema de bolsa es mi escudo frente al ruido, frente a la incertidumbre, frente a la manipulación. Me protege y me guía. Y lo más importante: me da dirección.

Yo no quiero sobresalir en nada. No me interesa ser el mejor en algo concreto mientras tengo el resto de mi vida hecha un caos. Quiero equilibrio. Quiero un aprobado en todas las áreas importantes: salud, dinero, relaciones, propósito. Porque de nada sirve tener una cartera brillante si estás roto por dentro o si tu día a día es una cárcel.

Al final, todo se resume en esto: tener claridad. Saber lo que quieres. Y sobre todo, saber lo que no quieres. Porque si no lo tienes claro, la vida te va a llevar por donde le dé la gana. Y entonces no decides tú: decide el algoritmo, el telediario, el jefe o el banco. Yo decidí hace años tomar el control. Y cada mes, cada operación, cada decisión financiera es un voto más a favor de mi libertad.

Muchos se ríen. Otros lo critican. Pero en unos años, cuando vean que estoy donde quería estar, tranquilos, sin deudas, sin estrés y cobrando dividendos mientras paseo por Tarragona… entonces quizá se pregunten: ¿cómo lo hizo?

La respuesta será simple:
Con un sistema. Con paciencia. Y sin venderle mi alma al ruido.


martes, 3 de junio de 2025

La gente es muy desagradecida

Hace unas semanas, Twitter (X) me cerró la cuenta. Decidí entonces crear un grupo de WhatsApp para seguir compartiendo mis señales de compra y venta. Éramos una decena de personas, y les narraba en tiempo real lo que veía en el mercado. Pero como suele suceder cuando algo es gratuito, la gente no lo aprecia.

Un día lancé una pregunta sencilla: ¿cuál es el valor que más ha subido desde el COVID? Silencio absoluto. Nadie respondió. Como si hablara solo. Así que decidí eliminar el grupo.

Tiempo antes un usuario de Twitter me pidió ayuda con su cartera llena de pérdidas. Le hice una reestructuración completa y, a día de hoy, su cartera ha subido más de un 50%. Ni un "gracias".

Lo he dicho mil veces: no necesito vender cursos ni servicios. El mercado ya me paga de sobra.

¿No me crees? 

Te doy un valor que va a multiplicarse varias veces desde ahora: EV Motors del BME Growth. Actualmente cotiza en torno a 8,90 €

sábado, 24 de mayo de 2025

Las próximas Multibagers españolas saldrán del BME Growth

Los que me conocéis sabéis que aplico el "efecto Mourinho" a mis inversiones: ir contracorriente y apostar por compañías que aún no están en el radar de todos. El BME Growth sigue siendo mi cantera favorita para encontrar oportunidades.

En mi cartera actual están Altia, Arteche y Seresco. También pasaron por ella TIER1 y Proeduca, aunque ya no están.

Este mes he incorporado dos nuevas: Endurance Motive y Making Science. Reconozco que en ambas estoy asumiendo más riesgo de lo habitual, ya que los gráficos no acompañan. Pero tengo la intuición de que pronto iniciarán una tendencia alcista y podrían multiplicar su valor desde estos niveles. Suele ser raro que me equivoque en estas corazonadas.

Además, esta semana he empezado a comprar EV Motors. Curiosamente, cada vez que compro a mi nombre, el valor se dispara. Sospecho que hay un broker que sigue y copia mis movimientos. Por eso, estoy considerando cambiar de broker para evitarlo.

Estoy super convencido de que las próximas multi baggers españolas saldrán del BME Growth. Este mercado ha sido la cuna de empresas que han multiplicado su valor como MasMóvil o Grenergy.




sábado, 10 de mayo de 2025

D-Wave: esto no es humo

 Muchos se ríen cuando oyen “computación cuántica”. Les suena a ciencia ficción. A mí me suena a ventaja. A oportunidad. A esos momentos en los que el mercado todavía no ha pillado lo que está pasando.

D-Wave no es una promesa. Es una empresa con tecnología funcionando, con clientes de verdad (Volkswagen, Mastercard, NASA), con un producto que resuelve problemas que los ordenadores clásicos ni huelen. ¿Te imaginas entrar en Nvidia en 2015 sabiendo lo que sabes hoy? Pues con D-Wave puede pasar algo parecido.

Está en máximos anuales, con fuerza, con volumen, y saliendo de una base de acumulación. No es que suba por moda: sube porque empieza a haber demanda real por lo que hace. La acción ya ha descontado el cambio de narrativa. Ahora falta que lo haga el mercado en masa.

Yo no necesito que lo entienda todo el mundo. Me basta con ver que hay algo único, en marcha, y que aún cotiza como si estuviera al borde del colapso. D-Wave es pequeña, sí. Pero cuando los grandes se den cuenta, ya no estará barata.

A veces, la independencia financiera no viene de lo cómodo, viene de ver antes que el resto.


17/09/2025

Edito: El día que escribí eso cotizaba a 11,53$ ahora está a 20$, muy pronto estará por encima de los 100$

viernes, 9 de mayo de 2025

Golpes de Suerte en Bolsa




 En bolsa, por mucho análisis, experiencia o sistemas que tengamos, hay veces que la suerte juega su papel. No se habla mucho de ello porque rompe la narrativa de control, pero es real. Y cuando ocurre, se nota.


Un buen ejemplo lo tenemos con Regencell Bioscience (RGC). Esta acción pasó de cotizar en torno a los 4 dólares a dispararse verticalmente por encima de los 380 dólares en cuestión de semanas. Sin fundamentos visibles, sin resultados extraordinarios, sin una noticia clara que lo justifique. Simplemente, alguien prendió la mecha y la acción explotó.


Este tipo de movimientos no se pueden predecir. Nadie tiene un sistema que te diga “esta acción se va a multiplicar por 80 mañana”. Pero si estás dentro, ya sea por convicción, por una pequeña apuesta o incluso por casualidad, puedes vivir uno de esos momentos que justifican meses, o años, de sequía bursátil.


¿Quiere decir esto que hay que ir buscando loterías? No. Pero sí es un recordatorio de que en los mercados, lo improbable también ocurre. Tener una cartera con espacio para rarezas, microcaps o ideas locas puede, de vez en cuando, cambiarte el año.


Porque en bolsa, como en la vida, a veces… suena la flauta.


domingo, 27 de abril de 2025

La paciencia paga dinero: IPOs que cambian vidas

Introducción

Invertir suele asociarse con la búsqueda de ganancias rápidas, pero la realidad es que las mayores recompensas llegan a quienes tienen paciencia. En el mundo de la bolsa, muchas veces “el tiempo en el mercado es más importante que intentar medir el mercado”. Esto significa que mantener una inversión sólida durante años puede generar rendimientos asombrosos. A continuación, veremos tres casos de empresas que salieron a bolsa después del año 2000 y que, gracias a la paciencia de sus inversores, se convirtieron en historias de éxito espectaculares.

Netflix: De videoclubes por correo a gigante del streaming

Netflix debutó en bolsa en mayo de 2002, con una oferta pública inicial (OPV) a 15 dólares por acción​businessinsider.es. Ajustando por divisiones de acciones (splits), ese precio inicial equivale a aproximadamente 1,20 dólares actuales​ businessinsider.com. En sus primeros años como empresa cotizada, Netflix tuvo que navegar por aguas turbulentas: la burbuja puntocom recién había estallado y su modelo de enviar DVD por correo parecía de nicho. La empresa sufrió altibajos (por ejemplo, en 2011 perdió 800.000 suscriptores tras un cambio fallido de estrategia y sus acciones se desplomaron), pero supo adaptarse. Reed Hastings, su fundador visionario, dio el giro hacia el streaming por internet y la producción de contenido propio, transformando el modelo de negocio por completo.

La paciencia de los inversores fue ampliamente recompensada. Tras más de 20 años, Netflix se ha consolidado como líder mundial del streaming con más de 200 millones de suscriptores, y su acción ha multiplicado su valor cientos de veces desde la OPV. De hecho, en 2020 sus títulos superaban los 400 dólares (frente a los $15 iniciales), lo que implica un incremento de más de 34.000% – unas 370 veces el precio de salida​businessinsider.es. En otras palabras, 1.000 euros invertidos en Netflix en 2002 se convirtieron en alrededor de 370.000 euros dieciocho años después​businessinsider.es. Muy pocos creyeron en 2002 que una pequeña compañía de alquiler de DVDs llegaría a valer más en bolsa que los grandes estudios de Hollywood, pero el tiempo demostró que la visión de su equipo y la paciencia de los accionistas tempranos fueron una combinación ganadora.

Monster Beverage: La bebida energética que arrasó en la bolsa

Monster Beverage (conocida originalmente como Hansen’s Natural) es posiblemente la acción más rentable de lo que llevamos de siglo. Aunque no tiene el perfil tecnológico de otras grandes historias bursátiles, esta empresa de bebidas energéticas logró algo asombroso: revalorizarse en torno a 60.000% desde el año 2000libremercado.com. A comienzos de 2000, una acción de Monster costaba apenas unos centavos de dólar (aproximadamente $0,07), pero para 2019 su precio rondaba los 53 dólareslibremercado.com. Esta escalada significa que un inversor que hubiera colocado $1.000 en Monster a principios de siglo tendría ahora cerca de $757.000libremercado.com. En comparación, en el mismo periodo Amazon “solo” había subido un 2.300% y Apple un 5.300%​libremercado.com. Monster superó con creces a todas las gigantes tecnológicas en términos de rentabilidad bursátil acumulada.

¿Cómo logró este crecimiento explosivo una compañía de refrescos? La clave estuvo en un modelo de negocio enfocado en un nicho en auge y en una ejecución impecable. Monster supo capitalizar la moda de las bebidas energéticas entre el público joven, compitiendo mano a mano con Red Bull. Año tras año fue ampliando su mercado: sus ingresos crecieron constantemente desde 2001, demostrando una demanda sólida​libremercado.com. Además, la empresa fue inteligente al aliarse con Coca-Cola para la distribución global de sus productos, lo que le dio alcance internacional. Si bien Monster no acaparó titulares como las empresas tech, aquellos accionistas pacientes que confiaron en su visión obtuvieron ganancias extraordinarias. Eso sí, el camino no estuvo libre de desafíos: debió enfrentarse a competidores mucho más grandes y a preocupaciones sobre la salud y la regulación de las bebidas energéticas. Sin embargo, su resistencia en los momentos difíciles y su capacidad de adaptación le permitieron seguir creciendo hasta convertirse en un titán inesperado de la bolsa.

Tesla: Del borde de la quiebra a revolucionar la industria automotriz

Tesla Motors salió a bolsa en junio de 2010 a un precio de 17 dólares por acción. En aquel entonces, Tesla era un pequeño fabricante de coches eléctricos deportivos de nicho (solo tenía el Roadster) y muchos en Wall Street dudaban de su viabilidad. De hecho, la empresa pasó por momentos críticos: en 2008 estuvo a días de la bancarrota (salvada in extremis por una inyección de capital de último minuto) y años más tarde enfrentó el llamado “infierno” de producción del Model 3 (2017-2018), cuando nuevamente estuvo cerca del colapso por no poder cumplir sus objetivos a tiempo. A pesar de estas pruebas, Tesla perseveró. Elon Musk, su carismático CEO, mantuvo una visión a largo plazo de revolucionar la industria automotriz con vehículos eléctricos y energía sostenible.

El resultado para quienes tuvieron fe (y paciencia) en Tesla es asombroso. Tras su OPV, las acciones de Tesla han llegado a revalorizarse más de un 13.000%mitrade.com en poco más de una década. Esto equivale a multiplicar más de 130 veces el valor inicial. En cifras simples: una inversión de $1.000 en las acciones iniciales podría haberse convertido en más de $130.000 en la actualidad. En 2021, Tesla alcanzó un pico histórico que la llevó a valer en bolsa más que varios fabricantes tradicionales juntos, convirtiéndose en la automotriz de mayor capitalización del mundo. Su camino ha sido volátil –con caídas abruptas como la de un 62% en 2022 debido a preocupaciones del mercado​mitrade.commitrade.com– pero a largo plazo ha entregado un rendimiento extraordinario. Quienes resistieron las dudas iniciales y los sobresaltos (como retrasos en producción, pronósticos de quiebra y competencia creciente) vieron cómo la visión de Tesla se materializó: de un fabricante emergente pasó a liderar la transición hacia el coche eléctrico a nivel global.

¿Qué tienen en común?

A simple vista, Netflix, Monster Beverage y Tesla pertenecen a sectores muy distintos – entretenimiento, bebidas y automoción. Sin embargo, sus historias de éxito comparten factores clave que explican por qué la paciencia de los inversores dio frutos tan espectaculares:

  • Modelos de negocio disruptivos: Las tres compañías cambiaron las reglas de juego en sus industrias. Netflix revolucionó la forma de consumir películas y series, pasando del alquiler tradicional al streaming bajo demanda. Monster creó una categoría de consumo casi nueva, popularizando las bebidas energéticas como alternativa a los refrescos y al café. Tesla transformó una industria centenaria al demostrar que el coche eléctrico podía ser deseable y viable a gran escala. Estas propuestas innovadoras les dieron una ventaja inicial enorme y un camino de crecimiento único.

  • Resistencia brutal en momentos malos: Todas atravesaron periodos duros en que muchos apostaban por su fracaso. Netflix sobrevivió a la crisis de las puntocom y superó errores como el fiasco de “Qwikster” en 2011 (cuando su base de usuarios y su cotización sufrieron). Monster pasó años casi desapercibida y enfrentó la entrada de gigantes con recursos ilimitados (como Coca-Cola y Pepsi incursionando en su nicho) sin ceder terreno. Tesla, por su parte, estuvo al borde de la quiebra más de una vez y ha soportado volatilidades extremas, pero en cada crisis logró recuperarse con más fuerza. Esa resiliencia en momentos de adversidad fue crucial: solo quienes aguantaron la tormenta pudieron disfrutar luego de la bonanza.

  • Fundadores y líderes visionarios: Detrás de cada una de estas empresas hubo líderes con una visión a largo plazo poco común. Reed Hastings en Netflix apostó por el streaming cuando el mundo aún se aferraba al DVD, y tuvo la audacia de producir contenido original antes de que fuera tendencia. En Monster, sus directivos detectaron una necesidad en el mercado juvenil y la explotaron eficazmente; supieron mantener la mentalidad emprendedora incluso al crecer. Elon Musk en Tesla no solo aportó capital y fama a la empresa, sino que impulsó una misión que iba más allá de vender coches: acelerar la transición del mundo hacia la energía limpia. Ese liderazgo visionario atrajo talento, capital y, sobre todo, mantuvo a los inversores fieles incluso cuando los resultados inmediatos no llegaban.

  • Capacidad de escalar globalmente: Estas compañías no se conformaron con un éxito local, sino que tenían modelos escalables que aprovecharon oportunidades globales. Netflix expandió su plataforma a prácticamente todo el mundo, adaptando contenidos a distintos países. Monster aprovechó su alianza con Coca-Cola para distribuir sus latas en decenas de países, convirtiendo una bebida californiana en un fenómeno internacional. Tesla construyó fábricas en Norteamérica, Europa y Asia, vendiendo vehículos en todos esos mercados y beneficiándose de ser pionera en múltiples regiones. Esa ambición global multiplicó su potencial de crecimiento y, a la larga, sus valoraciones bursátiles.

  • Alta volatilidad como parte del éxito: Curiosamente, un factor común en estas trayectorias es que no fueron lineales. Sus cotizaciones experimentaron subidas y bajadas dramáticas en el camino. Las acciones de Netflix y Tesla, especialmente, han tenido correcciones severas en ciertos momentos antes de seguir subiendo. (Por ejemplo, Netflix cayó cerca de un 75% en 2011; Tesla perdió un 60% de su valor en 2022, para luego recuperarse.) Monster también tuvo periodos de estancamiento y sobresaltos, típicos de una empresa que pasó de micro-cap a gran corporación. Esta volatilidad es el precio a pagar por un crecimiento explosivo. Los inversionistas que lograron mantener la calma y la convicción durante los vaivenes finalmente cosecharon grandes beneficios. En otras palabras, la montaña rusa de precios no espantó a quienes de verdad creían en el modelo de negocio y en el equipo gestor – y esa paciencia a prueba de sustos tuvo su recompensa.